jueves, 25 de enero de 2007

EDITORIAL

Editorial
A cerca del gran pacto de la tortilla firmado y celebrado en grande por el gobierno y poco mas del cinco por ciento de los tornilleros de la república mexicana, creo que es importante ubicar el rumbo económico que lleva el presidente, para esto primero debemos diferenciar bien al neoliberalismo del liberalismo. La diferencia principal que se le atribuye al liberalismo clásico es que en éste se sacraliza el mercado al extremo de considerarlo como el motor central del progreso de la humanidad. El liberalismo económico adecúa las condiciones del mercado, se comprende que el libre comercio y las leyes que regulan el mercado deben ser salvaguardadas para que la famosa “mano invisible” pueda gobernar en interés de todos.
En el neoliberalismo, en cambio, las leyes de los países deben plegarse al mercado y no al revés. El poder político nunca debe interferir, según esta teoría neoliberal, tener influencia en las relaciones económicas y comerciales entre quienes son actores de la misma, aunque eso vaya en contra de los intereses del propio país que lo acepta. De este modo, a diferencia del liberalismo, el neoliberalismo rechaza desde cualquier ángulo cualquier política intervensionista o de ingerencia del Gobierno que regule en lo más mínimo las transacciones entre dichos agentes. Ésta teoría se opone a cualquier tipo de política proteccionista de parte del Estado, el interés particular de cada individuo y su capacidad de competencia con sus vecinos hace que la sociedad se mueva sola hacia el bienestar común, sin considerar la igualdad de condiciones para competir.
El gobierno actual debe definir pronto su política económica respecto al comercio, es muy gratificante saber que tiene el interés de controlar el mercado, porque ésa es la labor del Estado para evitar los problemas que pueden ocasionar los malos manejos que se dieron con pretexto de la globalización, es el caso del maíz, lo que se espera es que también inicie negociaciones sobre el TLCNA, la liberación de aranceles del maíz, sorgo y leche en polvo el próximo año es un inminente peligro para México, principalmente para los más pobres.
Esperemos que esta sea la política del gobierno, que la decisión tomada de regular el mercado no haya sido un pretexto para luego liberar las importaciones de maíz con motivo del TLCAN, eso representaría una traición a aquellos 3 millones de productores de maíz y más de 15 millones de personas vinculadas familiarmente a ellos, lo contrario solo nos confirmaría el rumbo incierto a falta de una política comprometida con la mayoría de los mexicanos.

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